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viernes, 26 de junio de 2015

¿ EDUCAMOS DE VERDAD ?



                                El objeto de toda educación

El objetivo, explícito o no, que pretende conseguir toda educación, es formar personas:

                                                          
1.  LIBRES, con capacidad de elegir entre todas las opciones la que más se corresponde con su criterio y de usar su libertad con responsabilidad.
2.  COMPLETAS,  totalmente  desarrolladas,  física,  cultural  y  espiritualmente,  y  con  todas  las herramientas a su alcance para enfrentarse a cualquier problema en la vida.
3.  RESPONSABLES,  capaces  de  tomar  decisiones  habiendolas  valorado  y  asumiendo  sus consecuencias. Cumplidores de sus compromisos. 
4.  EMPRENDEDORAS, capaces de progresar y mejorar su situación y la de sus semejantes.
5.  FELICES y emocionalmente estables, afectivos y capaces de sentir y expresar sus emociones de forma positiva.
6.  En CONSTANTE EVOLUCIÓN, abiertos a mejorarse, con capacidad de autocrítica y auto disciplinados.
7.  FIRMES, manteniendo sus criterios en situaciones inestables, hallando soluciones a situaciones de crisis  y manteniendo sus principios en ambientes hostiles.

                         El arma contra la manipulación



Una buena educación logrará un cerebro plenamente desarrollado orgánica y psíquicamente hablando. Genéticamente  nuestras  capacidades  cerebrales  vienen  determinadas  como  Potencialidades,  por  lo  que  una educación adecuada hará que estas se desarrollen al máximo; pero para que esto se produzca se debe empezar cuanto antes, incluso ya en la vida intrauterina.

Una educación eficaz, hará que el adulto tenga una mayor capacidad de elección; por lo que no correrá el riesgo de ser manejable.

El código genético define las posibilidades del niño, pero será la educación la que decida si finalmente estas se desarrollan o no. B-P lo resume espléndidamente en su último mensaje, en el que nos revela su gran secreto para conseguir la felicidad: “formarse sano y
fuerte cuando niño, para así hacerse fuerte y poder ser útil y gozar de la vida cuando se es hombre.”

 En esta frase se condensa el objeto de toda educación:
salud física y mental (sano) y templanza, disciplina y firmeza  de  carácter  (fuerte).  La  madurez  llegará cuando  el  individuo  pase  del  egoismo  a  la renuncia, a la entrega generosa, que le llevará a
crear  un  hogar  (familia),  ser  útil  a  su  comunidad (trabajo)  y  contribuir  a  la  mejora  de  la  sociedad
(cultura)


         *El uso de los premios y castigos por los scouters*

Los premios suelen ser un incentivo con el fin de conseguir una conducta deseada en el niño. Pero debemos tener precaución a la hora de utilizarlos. Los premios y recompensas son un gran elemento motivador en los niños. 
 Pero  el  problema  está  en  la PROPORCIÓN de la recompensa. Muchos padres  prometen  a  sus  hijos  una  gran recompensa si aprueban el curso escolar; el niño sabe que debe estudiar porque si no será castigado  con  la  ausencia  de  la  gran recompensa. Si aprueba, sabe que tendrá un premio;  así  muchas  veces  lo  único  que  se consigue es que el niño estudie por alcanzar ese premio, pero no con deseo de aprender y en otras ocasiones lo único que le mueve es el miedo al castigo o a no alcanzar ese premio (vacaciones). Nosotros, educadores, debemos conocer el mejor momento porque el premio que es un elemento motivador puede convertirse en el fin último del niño; con lo cual habrá perdido su función de estímulo, pasando a ser el objetivo primordial. El premio nunca puede ser el fin último de la actividad.

Por otra parte, el castigo es un aspecto a tener en cuenta; el niño debe saber que la pertenencia a un grupo humano lleva aparejados unos derechos y unas obligaciones. El niño tiene un gran sentido de la justicia y es capaz de medir la propia responsabilidad de sus actos: si él sabe que debe ser castigado, que se lo merece, entonces debe ser castigado, de lo contrario pensará que siempre podrá manipular su entorno como lo hace con sus padres para evitar el castigo, impulsándole a convertirse en un tirano familiar o adoptar posturas sociales inadmisibles.

Pero pedagógicamente utilizamos el castigo de forma arbitraria, desproporcionada, y en relación  con nuestro humor y con nuestro estrés del momento. El peor reproche que se puede hacer a un educador es que inocule estrés en sus chicos. Cuántas veces en nuestra vida como scouters podemos haber pecado de tomar decisiones desproporcionadas: retirar de la fila a alguien, llamar la atención con malos modos... En este aspecto, la inteligencia emocional atenúa los efectos del estrés en los castigos y modela conductas mucho más coherentes y racionales. La
clave está en “si vieras que alguien trata a tus [lobatos] como tú los estás tratando en ese momento, ¿qué pensarías?” 

Los comportamientos violentos son innatos en el ser humano; pero se debe aprender a encauzarlos con respeto hacia los adversarios, control y autodisciplina; para ello es necesario no tolerar accesos de violencia en ningún ámbito; se trata de que aprenda a rechazar la violencia injustificada, pero también que sepa rechazar cuando le es impuesta y usarla defensivamente cuando no hay otras opciones para protegerse o proteger a terceros. No solo nos estamos refiriendo a la violencia física



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